Hermano

una novela o una carta o un cuento largo o lo que sea de José Luis Serrano (elputojacktwist)

miércoles, 30 de enero de 2013

Reseña de La tumba del chicle Bazooka en El Librepensador

Porque cuando le dijeron que padecía lesbianismo supo que moriría de eso. Lo trágico fue que al cabo de unos años supo que lo suyo no tenía cura porque no era una enfermedad. Supo que le habían robado la vida”.Soledad siempre sola (2007).
La tumba del chicle Bazooka
Las narraciones cortas, artículos y crónicas de viajes (por llamar a estas últimas de alguna forma genérica y reconocible) contenidas en esta obra ponen de manifiesto que el autor de Hermano ya podía presumir de talento hace bastante tiempo puesto que tiene la atención de indicar al lector el año en que fue escrito cada elemento independiente del conjunto. Cosa que sin duda no hará dada su conocida modestia, por otra parte.
El libro que nos ocupa se divide, como se desprende de lo dicho, en tres partes con un número diferente de composiciones cada una, siendo la más extensa la primera, dedicada a relatos cortos. Estos son deliciosos. Demuestran la capacidad del escritor para sintetizar los elementos de una narración, para generar todo un espacio y unos personajes tan solo en unas cuantas líneas. La temática es variada pero ronda los personajes homosexuales, y en más de una ocasión casados con mujeres lo cual ya constituye un punto de partida con sabor propio.
Por ejemplo El probador de caballeros (1993) donde podemos leer el siguiente fragmento:
“Se cruzó con tres policías, dos hombre y una mujer, gordos como peces globo, que paseaban orondos y parsimoniosos como en un acuario, flotando majestuosamente entre las hordas desocupadas que abarrotaban las aceras”.
No hay remilgos a la hora de utilizar el lenguaje, a la hora de abordar las historias. No hay innecesarias salidas de tono buscando un marketing basado en el morbo o en lo llamativo de un mal gusto excesivo, sino una necesidad de plegarse a lo verosímil, a la realidad, siempre “literaturizada”. Por ejemplo en “Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing? (2010):
“[…]escucha los pasos de Camilo que se dirigen a la cocina. Imagina que estará meando en el fregadero. No sería la primera vez. Antes lo hacía por la ventana que daba al patio interior, pero le pilló un vecino”.
Sobrecogedor, desde luego, resulta el artículo “El silencio” (2009), que ha conseguido ponerme los pelos de punta y eso que las obras de arte contemporáneas y conceptuales tienen la extraña virtud sacar a relucir mi mal humor. Sin embargo el texto constituye la explicación del concepto de la obra, la completa, la llena, la otorga de la belleza que quizá le falte. Las palabras de José Luis Serrano llenan y explican ese silencio de 4’33’’…
“4’33’’ son exactamente 273 segundos, el cero absoluto de la escala Kelvin con un negativo delante. Es el grito silencioso de las bestias aullantes de Francis Bacon, también homosexual. Un grito que vemos pero que no oímos. 4’3’’ es un homenaje a todos esos silencios y una advertencia: hablemos, gritemos, hagamos como el héroe de “La historia interminable”: construyamos nuestro mundo con las palabras. Si no, todo es silencio, vacío y muerte”.
Los artículos o reflexiones del autor, que forman ese capítulo intermedio, son un magnífico puente a sus crónicas de viajes, pues enlazan los pensamientos del autor, con la narrativa viajera y la narrativa de ficción. Son un paso breve, conciso, y siempre profundo (a pesar de que escriba José Luis Serrano uno de ellos declarando que intenta serlo y lo no consigue, declaración seguro honesta, basada en la modestia que ya anunciábamos que suele adornarle).
Para postre nos quedan esos paseos que nos daremos siguiendo las palabras del autor por la India y por Uzbekistán donde, como viajero de raza, intentará evitar los decorados de plástico construidos o al menos arreglados para gusto de masas de turistas para adentrarse en el corazón de los rincones del planeta, sus gentes, las grietas de lo auténtico, siempre más difícil de asumir por cuanto no está edulcorado, pero precisamente por ello más valioso e intenso, como el café puro, aunque en su caso sea siempre un té caliente que sirve para enfrentarse al extremo bochorno (aunque pueda parecer paradójico). Es como si viajase, no a los países, sino a sus gentes, y a través de ellas, a la esencia de los lugares. Prodigios de la comunicación, los idiomas no le impiden la comunión con aquellos con quienes se cruza y de quienes toma las más bellas anécdotas en su sencillez poética. No hay que esperar largas y detenidas descripciones de los templos ni de los paisajes (no hay puertas esculpidas a lo Umberto Eco), sino momentos de participación con el entorno y con los seres humanos que lo pueblan. Natural y bello, desde las ratas del cine, al olor de las cenizas de los cuerpos que se van, río abajo…

Guillermo Arróniz

Entrevista en el blog de Javier Sedano

J.S. Hoy le toca a un nuevo escritor: José Luis Serrano (elputojacktwist) Seré totalmente sincero, como siempre, en decir que es de los autores hasta la fecha entrevistados, que menos conozco de su vida, salvo por aquello que he podido leer en las intervenciones de blogs, por lo que me han contado algunos de sus amigos, etc. Por lo tanto, me intentaré esforzar un poco más de lo normal, en conocer a este autor, que sinceramente, me despierta mucha curiosidad, por sus aficiones, profesión y sus escritos. Naces en Ciudad Real en 1967. Lo que no sabemos es lo qué te trajo a Madrid y en qué año.


J.L. Pues vine a Madrid a estudiar Matemáticas, en el año 1985. La verdad es que lo de las matemáticas era una excusa para salir de Ciudad Real. Habría estudiado cualquier cosa con tal de venir a Madrid. No porque no me gustara mi ciudad sino porque la atracción por la gran ciudad era muy fuerte. Me encantan las ciudades grandes, cuanto más, mejor.

J.S. ¿Cómo te defines a ti mismo? Y ¿Cómo crees que te ven los demás?

J.L. Ostras. Vaya pregunta. Soy muy convencional, me gusta la seguridad y la planificación. Pero hago todo lo posible por no serlo, me esfuerzo conscientemente por ser un desastre y que mi vida sea un caos. No lo consigo. Los demás verán que soy incoherente, pensarán que solo quiero llamar la atención, supongo.

J.S. Eres licenciado en Ciencias Matemáticas. Durante la novela haces referencias a ellas en algunas ocasiones. ¿Crees qué las matemáticas, en nuestra actualidad, siguen siendo la ciencia más exacta?

J.L. No hay nada exacto ya, ni las matemáticas. El mundo es un caos, tanto a nivel económico o político como a nivel subatómico. El que se lo inventó debe estar partiéndose de risa. Sólo la belleza (el arte, la poesía, la literatura, algún teorema) se aproxima a lo que este mundo pudo haber sido si lo hubiera creado alguien menos perverso.

J.S. Si crees qué todo debe de tener un orden en la vida. ¿Cómo ordenarías de más a menos importante: el amor, la amistad y la familia?

J.L. El amor lo engloba todo: la pareja, la amistad, la familia. Son distintos tipos de amor pero se transforman de uno a otro o hacemos que se transformen: el amor que sentimos por nuestra madre al nacer es tan bello como el enamoramiento adolescente. El amor de pareja con el tiempo se parece más a una amistad. La amistad es bellísima muchas veces porque no pide nada a cambio…

J.S. ¿A qué se dedica en la vida real José Luis Serrano?

J.L. Trabajo en una empresa energética, muy aburrido todo.

J.S. Se sabe de ti que te encanta viajar y lo haces con frecuencia. ¿En que paises te sientes más cómodo y por qué?
J.L. Adoro la cultura mediterránea, del norte o del sur. Lógicamente, Italia, Grecia o España tienen tanto de todo que resulta apabullante. Adoro Marruecos, Turquía y Siria (sobre todo). Lo del sudeste asiático es distinto: es difícil comprender algo. Aún así, Birmania, Vietnam, Camboya o Tailandia son tan fascinantes como asistir a un espectáculo de teatro o de baile en otro idioma: no se entiende nada pero se disfruta mucho.

J.S. Estudiante eterno de Historia y Arte. Es como también te defines. ¿No crees que la Historia, tal y como nos ha sido contada, está bastante adulterada y mutilada?

J.L. Me fascina que nada más ocurrir un hecho, a los 30 segundos ya está manipulado según los intereses del que escribe la historia. No estudio esa historia “fáctica” de enciclopedia y lista de reyes godos: lo que me gusta es la escritura de Historia, la historiografía: los mecanismos con los que se escribe la Historia (con mayúsculas) para, una vez comprendidos más o menos, imaginar más o menos qué fue lo que pasó. ¡Si ni siquiera confío en las Matemáticas como ciencia, menos me fío de la Historia! Sólo me gusta leer relatos, historias en plural.

J.S. Escoge un momento histórico que pienses ha sido fundamental en la sociedad. Sólo uno, sé que te lo pongo difícil.

J.L. Sí que es difícil, sí. Como no me gustan los reyes ni las reinas, ni las guerras ni las batallitas, me quedo con el 1 de diciembre de 1955; el día en el que Rosa Parks decidió no ceder su asiento a un blanco en un autobús. A veces, un iluminado, o alguien cargadísimo de razón, es capaz de enderezar el rumbo de la historia con un simple gesto, algo que las democracias, por muy legítimas que sean, muchas veces no hacen. Me encanta la desobediencia civil de los que tienen razón. Una sola persona puede ser más legítima que millones de ciudadanos si lleva razón.

J.S. No nos vamos a olvidar del Arte, una de mis pasiones. Y te voy a plantear una pregunta que para mí, si me la hicieran, me resultaría muy complicada. Por lo tanto te doy la opción de escoger tres momentos de la historia del Arte.  Y no me llames cabronazo, que seguro lo estarás pensando en estos instantes.
 

J.L. Me encanta el arte que hace pensar. Podría decir que la escultura griega, la arquitectura romana, el invento de la perspectiva han sido vitales, o el descubrimiento de la visión humana por Velázquez, o que el objeto del arte no es sólo la belleza (Goya). Así que hago trampa y digo otros tres más personales:
1910: La Primera acuarela abstracta de Kandinsky.
1913: El Cuadrado negro sobre fondo blanco de Malévich.
1965: Cómo explicar los cuadros a una liebre muerta de Joseph Beuys.
Pero si tuviese que elegir sólo uno, elegiría la fuente-urinario de Duchamp en 1917
Todo el arte contemporáneo (que es el que más me gusta) nace de ahí.

J.S. Te dije tres y has hecho trampa, o las matemáticas te han fallado – sonrisas de ambos – Te gusta que te reconozcan con el seudónimo: (elputojacktwist) Forma parte de una escena de la película: “Brokeback Mountain” Esta cinta dejó sorprendidos a millones de espectadores en todo el mundo, incluso entre los heterosexuales. Sé que esta película, es uno de tus temas de debate favoritos, así que simplemente te haré dos preguntas para que queden en esta entrevista. ¿Por qué piensas que impactó tanto al público en general?
J.L. Creo que fue la primera vez en la historia del cine en el que en una película de temática homosexual había un amor que todo el mundo entendía. Lo había habido antes, pero el 99% de los espectadores no se lo creían, o no pensaban que fuera amor.

J.S. ¿Crees que una persona puede descubrir su sexualidad aletargada, o por el contrario se han estado engañando por el entorno en que viven?

J.L. Eso es muy difícil de saber. Supongo que “a toro pasado” siempre es fácil buscar antecedentes. Pero de cualquier cosa en esta vida. Conozco a muchos hombres a los que el sexo no les interesa en absoluto por lo que ni siquiera se han hecho ese tipo de preguntas.

J.S. Ante de entrar en materia de la novela, cuento largo, carta o lo que sea, que tantas veces repites durante la historia de “Hermanos” me gustaría saber, ¿Qué te impulsó a escribir?

J.L. Una pura necesidad vital. Es un tópico pero me quedo muy a gusto cuando escribo, como si vomitara.

J.S. La poesía es una de las disciplinas, a mí entender, más difícil. En tu biografía se habla de una extensa obra poética, la gran mayoría sin publicar. ¿No te atrae publicar un libro de poesía?

J.L. Pues sí, claro que me atrae, pero debe ser que no atrae a los editores – Risas.

J.S. En la contraportada se puede leer: Hermano es una historia de amor disfrazada de libro de viajes sobre Birmania. O al revés. No se sabe si es una historia de amor. O el autor quiere creer que no lo es. O no sabe si lo fue. Salvo que el amor no correspondido sea también amor, en cuyo caso probablemente sí lo sea. O a lo mejor si fue correspondido y no se enteró, opción que le tortura de manera continua, quizás la peor opción.
Sobre este primer párrafo de dicha contraportada, se me ocurren varias preguntas tras leer la historia. ¿Crees en las historias de amor, aunque el uno ame y el otro no sepa si es correspondido?
J.L. Es una de las tesis del libro. Por supuesto: lo importante es amar, sea o no correspondido. Es más: las más grandes historias de amor son las no correspondidas. Que se jodan los que no aman.

J.S. Yo no creo que el protagonista se torture por una historia de amor no comprendido, sino todo lo contrario, por no atreverse a descubrir si es correspondido el amor que siente hacia el birmano. ¿Cuál es tú sincera opinión?

J.L. El protagonista sobre todo lo que querría es haber seguido manteniendo ese misterio, viajando entre campos de coliflores en el coche con el birmano, infinitamente. Sin preguntas, sólo disfrutando de las gotas de sudor que resbalan por el cuello del muchacho. Todo lo demás le da igual.

J.S. ¿Piensas que mucha gente pierde la oportunidad de un amor verdadero, por la falta de valor ante la persona que ama, por ser rechazado?

J.L. Cada uno debe hacer el esfuerzo por saber qué es lo que quiere, qué necesita y hasta dónde  puede llegar. Si soy feliz dándole un azote en el culo a mi compañero en el campo de fútbol cada vez que mete un gol, aunque sea una vez cada dos meses… ¿Para qué más? Si no soy feliz con eso, tendré que pillarle a traición en las duchas y ponerme de rodillas (para ponerle un anillo en el dedo) y pedirle matrimonio.

J.S. Sin duda, lo que más me atrapó del birmano, es su ingenuidad y sencillez. ¿Qué es lo que te atrapa a ti de una persona?

J.L. Has acertado. Me encantan las personas nobles, sin dobleces. Que dicen las cosas a la cara. O que, si no las dices, es fácil deducir que sí las piensas.

J.S. La duda ofende. Claro que es un libro de viajes, y además con descripciones muy precisas. ¿Qué te impulsó a tomar como escenario Birmania y no otro país?
J.L. Lo de Birmania fue realmente casual, la historia podría haber pasado en cualquier sitio. Acababa de volver de Birmania y tenía muy fresco el recuerdo. Además, me había venido con la sensación de que no había sabido expresar mi agradecimiento a todas esas personas que habían hecho mi viaje absolutamente delicioso. Era la manera de devolverles algo de lo que a mí me dieron.

J.S. Durante la lectura de la historia, hay algo que me desconcertó totalmente y que pienso sobra en la novela. Con todo mi respeto. Pero no entendí como dedicas algunos capítulos cortos a esos momentos en Madrid, en un monólogo, de un personaje, que lo definiríamos como “loca”, hablando en femenino y con un vocabulario muy vulgar, en contraposición a toda la belleza narrativa de la historia en Birmania ¿Qué te motivo a incluir esos capítulos?

J.L. No eres el primero que me lo dice (Luis Antonio de Villena dice que es como estar comiendo una tarta de merengue y encontrarse dentro un chorizo). También hay quien prefiere esos capítulos al resto. Yo, sin embargo, creo que son imprescindibles; me daba miedo estar rescribiendo La pasión turca. Me dejo llevar enseguida por el lirismo, me dan arrebatos místicos… ese personaje me sitúa de nuevo en la tierra.

J.S. Las novelas escritas en primera persona, exponiendo tantos sentimientos, siempre provocan al autor sacar parte de su ser, en mayor o menor medida. ¿Hay en esta historia retazos de sentimientos vividos por amores que no se consumaron?

J.L. Por supuesto. No es una novela autobiográfica porque yo no me enamoré de ningún Birmano en concreto sino que construí uno a medida con aspectos de muchos chicos que conocí aquel verano. Pero creo que casi todos los escritores utilizamos sentimientos vividos y los disfrazamos de algo.

J.S. Totalmente de acuerdo con la respuesta anterior. ¡Ay, tus pies! Los pies son el fetiche de mucha gente. ¿Cuál es tu fetiche confesable?

J.L. Me encanta la ropa interior. Y los uniformes. Hice la mili en Infantería de Marina y eso marca. El tema pies no lo trato, la verdad. Al menos en España (no me gustan los pies españoles) – Sonrisa.

J.S. Tenemos que ir dando por finalizada la entrevista y se me quedan muchas preguntas en el tintero, que seguramente habrá otra oportunidad para ello. Decir a modo de resumen que: desde 2006 colaboras semanalmente con una sección cultural Desayuno e Urano en la Web dosmanzanas.com, sobre cine, literatura, música y arte LGTB. Eres coautor del blog de poesía homoerótica “La taberna del Mar” y en la actualidad estás terminando tu segunda novela: Sebastián en la laguna. ¿Qué nos puedes adelantar sobre esta nueva obra

J.L. Es mucho más convencional que Hermano. La historia se sitúa en un verano de los años ochenta, cuando teníamos todo el tiempo del mundo, en la adolescencia. Hay amor, sexo y hasta algún crimen.

J.S. Y la última pregunta, como siempre queda abierta para el entrevistado. ¿Qué te hubiera gustado que te preguntara y no he hecho?

J.L. Me hubiera gustado que me preguntaras sobre mí otro hijito: La tumba del chicle Bazooka. Sólo está disponible en digital y fue un experimento para ver cómo funcionaba el tema y tal. Lo puse a la venta al precio mínimo que podría (menos de un euro) y resulta que está yendo de maravilla. Es una colección de cuentos, escritos y relatos de viajes. La gente lo lee a ratos, en el móvil, mientras va a trabajar, en el metro. Me escriben correos muy emocionantes.

J.S. Se me fue el santo al cielo con ese hijito, como lo has llamado y le pido todas mis disculpas a la obra – sonrisa – Yo lo tengo descargado en mi ordenador, porque mi móvil no tiene Internet, aunque cueste creerlo. Y es uno de esos libros pendientes, pero aún tengo varios en papel que son los que llevo en mis viajes al trabajo. Seguramente habrá tiempo para una nueva entrevista y hablaremos de él. Ha sido un auténtico placer conversar y conocerte un poco más y espero que pronto nos podamos tomar una cervecita tranquilos e intentar arreglar nuestros mundos.

J.L. Gracias por todo, Javier, y un saludo afectuoso a los lectores.
 

La semana que viene será la reseña de “Hermano” como corresponde.

Reseña de Javier Sedano

“Hermano” es el atractivo título de la obra de: José Luis Serrano (Elputojacktwist), al menos para mí, pues algunos amores del pasado, consumados o no, se convierten en hermanos. La amistad prevalece fortaleciéndose y forman parte de esos confidentes ideales.

“Hermano” reza como una historia de amor disfrazada de libro de viajes sobre Birmania. Pero en realidad, al finalizar su lectura, son dos cosas muy distintas.

Por una parte José Luis, nos relata una historia de amor sin consumar. Una historia de amor donde los sentimientos y las emociones están a flor de piel y donde la ingenuidad y sencillez del birmano atrapa al protagonista, hasta no olvidarlo jamás. Como me confiesa el autor en la entrevista realizada: “El protagonista sobre todo lo que querría es haber seguido manteniendo ese misterio, viajando entre campos de coliflores en el coche con el birmano, infinitamente. Sin preguntas, sólo disfrutando de las gotas de sudor que resbalan por el cuello del muchacho. Todo lo demás le da igual.

Por otra parte, las descripciones de Birmania nos sumergen en un país cargado de misticismo, con gentes humildes, sencillas, trabajadoras… Donde viven la vida sin preguntas e incluso exentas del estrés que en las grandes ciudades y provocadas por el consumismo desmesurado y el afán de tener más, nos hace olvidarnos de lo que verdaderamente somos: Humanos, cargados de sensaciones y sentimientos que hemos postergado y cambiado por el vil dinero. Ellos, los birmanos, por el contrario, viven la vida sin interrogantes inútiles.

El protagonista principal se cuestionará demasiadas preguntas tras ese viaje y la experiencia vida: “Quizá nunca hemos sido lo que habríamos querido…” es una de las frases que acompañan, casi al final de libro, a los pensamientos del protagonista.

En definitiva, es una novela corta, llena de lirismo, de una belleza visual que te atrapa en cada una de las páginas, que te hace pensar y reflexionar sobre cuestiones que muchos han podido olvidar en el tiempo.

Reseña en PastorCorydon

"Hermano" de Jose Luis Serrano, la gran revelación de la literatura gay en español


Siempre he sido de la opinión de que el crítico debe dejar que pase un tiempo prudencial antes de emitir su parecer sobre una obra. El éxtasis a que te lleva, con tal que sea medianamente buena, obnubila tu juicio. En este caso haré una excepción ante una novela excepcional y escribiré aun ojeroso por las lágrimas. No haré una valoración filológica, aunque algo hay de ello, sino una reflexión íntima y por tanto subjetiva de la obra.
“Hermano” del putojacktwist es una combinación a la par de una novela de viajes y una novela de amor. No debe sorprendernos en una época donde la pureza de género se ha perdido a favor de la mezcla. Fusión, en argot musical.
Como relato viajes se trata de una introducción entusiasta que no acrítica (como debe ser todo introducción) a la cultura y sociedad birmana. Todos aquellos que se sientan atraídos por el exotismo oriental degustarán la exquisitez de las apreciaciones, que no son exactas sino personales, esto es, líricas, lo que distingue una guía turística de una obra literaria.
Como historia de amor, el desgarro personal por una pasión imposible ha puesto palabras a un sentimiento que en su día busqué y hallé en la poesía de Cernuda. Y qué decir de los detalles: esas pequeñas ternezas, fijaciones obsesivas en aspectos del amado que todo aquel que alguna vez haya estado enamorado reconocerá: los pies (“ay, tus pies”), el dulce aliento con olor a cola o a fresa, los pelitos últimos de la cabellera que se deslizan húmedos de sudor sobre el cuello, el cuello…
En el capítulo de lo personal me gustaría señalar que a lo largo de sus páginas me he reconocido a mí mismo, de adolescente, sintiendo -padeciendo, para ser más exactos- un amor platónico que fue el primero y quizá el único que he vivido. Ese es el poder evocador de la poesía -porque el autor de esta novela es antes que nada un poeta-: que a despecho de generaciones y geografías uno encuentra en las palabras del poeta sus palabras, aquellas que dan la nota exacta de lo que siente gracias a las metáforas. Hoy mi historia se confunde con la de esta ficción y corro el peligro de acabar creyéndome que yo también estuve enamorado de un muchacho birmano.
Quizá también ayude a eso que el mundo literario del autor es en buena medida el mío: Cernuda, mi poeta; San Juan de la Cruz, o el desparpajo del Terenci Moix más mordaz en los monólogos telefónicos. Dicen que esto último bebe también en Eduardo Mendicutti, pero yo a Eduardo Mendicutti no lo he leído (mea culpa). De hecho, esos saltos del lirismo más exquisito a la chocarrería del vendedor de fajas ya los probó el gran Terenci en su última novela, El arpista ciego, yo diría que con peor fortuna.
No me resisto, a pesar del entusiasmo, a hacer una objeción. Así, mi decidida loa a la obra gozará de más crédito. Tras el capítulo en el que se narra la despedida, que hubiera sido un fantástico final, una serie de seis capítulos de añadidura funcionan a modo de anticlímax. El anticlímax, como recurso literario es peligroso: solo recuerdo uno -los funerales de Héctor en la Ilíada- que merezca la pena. Creo que Aristarco de haber leído el de esta obra lo habría atetizado. Cierto que para los lectores de dosmanzanas el segundo capítulo  posterior a la despedida es un guiño cómplice; cierto que como obra comprometida puede justificarse; pero ¿encarece desde un punto de vista literario la obra?
En cualquier caso, si he escrito esta nota es con la intención de invitar a todo el mundo a leer la novela. Todos aquellos que no hayan tenido contacto con la literatura gay podrán iniciarse en ella o al menos conocerla en la delicada sensualidad, humor y ternura de una obra que está llamada a convertirse en un clásico del género.
Además, acabo de descubrir que el autor es de Ciudad Real: eso es un plus de garantía.